LOGROS INSUFICIENTES
Los hallazgos de las dos últimas evaluaciones nacionales en matemáticas y español dibujan un panorama preocupante.
Excale revela que “cerca de dos de cada diez alumnos de sexto de primaria no alcanzan las competencias básicas en comprensión lectora y reflexión sobre la lengua y en matemáticas”.
En tercer grado de secundaria casi la tercera parte de los alumnos tiene dificultades en comprensión lectora y reflexión sobre la lengua, y cerca de la mitad en matemáticas” (ver INEE, 2006. El aprendizaje del español, las matemáticas y la expresión escrita en la educación básica en México).
ENLACE confirma esta tendencia, en 6° de primaria más del 75 por ciento de los alumnos tiene resultados deficientes (elemental o insuficiente) en español; en situación similar se halla el 80 por ciento de los niños en matemáticas. En 3° de secundaria se acentúan las deficiencias, ya que de cada 100 estudiantes sólo 18 alcanzan satisfactoriamente los objetivos de español y 5 los de matemáticas. Según los resultados, apenas 3 por ciento tuvo en primaria una calificación excelente en matemáticas, y en secundaria apenas el 1 por ciento.
Estos resultados revelan las desigualdades en materia escolar, asociadas a factores del contexto socioeconómico y a las diferentes modalidades del sistema educativo.
SECRETOS BIEN GUARDADOS
Las primeras evaluaciones educativas realizadas por la SEP se remontan a la década de los setenta, cuando se creó una oficina de planificación educacional para estudiar las características y calidad del sistema educativo nacional. Los profesionistas involucrados realizaron estudios de aptitud en niños de sexto grado de primaria y establecieron un examen de ingreso a la educación secundaria.
A partir de entonces se amplía el concepto de examen mediante distintas herramientas, como Escuelas de Calidad, Olimpiadas del Conocimiento y Aprovechamiento Escolar de Carrera Magisterial.
Los resultados de estas evaluaciones aparecen en publicaciones especializadas, pero rara vez son divulgadas al gran público. Muchos observadores acusaron a la SEP de convertir en un “secreto de Estado” la información de dichas pruebas, la cual sólo era conocida por un reducido número de profesionistas.
En 1992, cuando el gobierno federal y las asociaciones gremiales nacionales de profesores acordaron modernizar la educación básica, mediante su descentralización hacia los estados, una de las responsabilidades básicas de la SEP pasó a ser la de evaluar el aprendizaje y capacitar a los profesores.
La secretaría reforzó el área de evaluación y dio a conocer en 1994 los resultados de una prueba de conocimientos y habilidades de 480 mil profesores y de 2.8 millones de niños de educación básica y secundaria. Los resultados fueron bastante predecibles: los niños con educación prees- colar obtienen puntajes más altos que aquellos que no la cursan; los que trabajan exhiben un menor rendimiento; los que asisten a escuelas urbanas o privadas salen mejor librados. Los puntajes más bajos se encontraron en los niños que asistían a escuelas indígenas y comunitarias, donde las instalaciones son inadecuadas y los profesores tienen menor nivel de capacitación; lo más interesante que mostró esta primera evaluación es que los niños de primero y segundo grados obtienen puntajes cercanos a lo que los investigadores esperan, pero su número de respuestas correctas decrece conforme avanzan en el ciclo básico de enseñanza.
El espectro de la evaluación se amplía desde entonces. Entre 1995 y 1999 la SEP aplicó exámenes cada año a aproximadamente 600 mil docentes y a 7 millones de alumnos (de tercer año de primaria a tercer grado de secundaria, en casi la totalidad de las escuelas secundarias y en todas las primarias).
Sin embargo, se mantiene una fuerte opacidad en particular en relación con los resultados obtenidos por estado, zona escolar, escuela y alumno.
A partir de 1997, la Dirección General de Evaluación (DGE) de la SEP empezó a generar reportes anuales para cada entidad federativa, midió la preparación profesional de los docentes y el aprovechamiento escolar de los alumnos y, por primera vez, indicó los resultados y la posición relativa de la entidad de manera global, por nivel educativo, por tipo de examen y por unidad temática.
Sin embargo, persiste una cerrazón para informar a los padres de familia sobre la evaluación de sus hijos, con el argumento de que esta acción puede provocar temor y/o aversión entre las autoridades educativas evaluadas, así como motivar el cambio de alumnos de escuelas de bajo rendimiento hacia aquellas con mejo- res resultados. Todo esto sirvió para crear suspicacia entre los maestros y padres de familia de que el gobierno gastaba miles de millones de pesos en evaluaciones poco transparentes que no servían para nada.
Basándose en la experiencia de otros países, concretamente de España, se diseñó la prueba ENLACE, y a finales del sexenio de Vicente Fox (en junio de 2006) se aplicó por primera vez a más de 8 millones de alumnos.
Uno de los grandes méritos de esta prueba es su transparencia; por primera vez la SEP puso a disposición de maestros, padres de familia y de quien quisiera la información en línea.
De acuerdo con el analista Carlos Ornelas, “en ningún país se ha desarrollado un sistema tan complejo como el mexicano” (Excélsior, 31 de enero de 2007). ENLACE incluye una plataforma de información en red que contiene detalles precisos de las escuelas públicas y privadas, de educación básica y media y que está abierta a la inspección de cualquiera. No existe restricción para quien quiera ingresar y hacer consultas específicas sobre una escuela o un conjunto de ellas.
Un dato interesante es que al inicio de la propuesta, muchos funcionarios de la SEP afirmaban que sería imposible brindar información en forma tan detallada a millones de maestros y padres de familia. “Las evaluaciones de alcance nacional y, sobre todo, la difusión de sus resultados constituye un avance para México, ya que en administraciones pasadas este tipo de información no era accesible más allá de la cúpula política y burocrática”, dice un documento del Observatorio Ciudadano de la Educación.