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Las consideraciones éticas que el metaverso conlleva

Mano robótica proyectando palabra de metaverso

Los miles de artículos que está generando el desarrollo del concepto del metaverso desde que Mark Zuckerberg decidió intentar que se hablase menos de todo lo malo que tiene su compañía cambiándole el nombre es algo que llama mucho la atención. Sobre todo si tenemos en cuenta que todo lo que nos dicen que vamos a poder hacer en el metaverso. Mucho de lo que escuchamos son cosas que podemos hacer desde hace mucho tiempo en aplicaciones como videojuegos inmersivos. Pero, ¿hemos acaso tomado las consideraciones éticas que el metaverso conlleva?

¿Qué es un metaverso o mundo virtual y por qué debe importarnos?

Para quien ha abierto presuntamente la caja de los truenos con un sueño de redefinición corporativa, el metaverso no es ni más ni menos que un sueño de poder omnímodo: crear un mundo virtual, gestionarlo exactamente igual que como ha gestionado su red social durante años, y por supuesto, llenarlo de publicidad.

Si pensamos en el infierno de toxicidad, falsedad y problemas que ha supuesto el desarrollo de Facebook en manos de un directivo carente de cualquier principio ético básico, es fácil entender lo que sería su metaverso, y más fácil aún asimilar por qué las autoridades de protección del consumidor quieren hablar con la compañía para saber cómo va a proteger a sus usuarios de algunos problemas que, de hecho, ya han comenzado. Un mundo virtual no es mejor ni peor que otro mundo no virtual. Los problemas del mundo real son similares a los del virtual. Es por eso que si dejamos el desarrollo en manos de alguien sin principios, los resultados pueden ser catastróficos.

¿Cómo evolucionará un metaverso gestionado por Facebook?

A lo mejor sería interesante que tuviese en cuenta algunos principios básicos que en su momento ya enunció Second Life, y sobre todo, uno de ellos, que Joe Miller, VP de Plataformas y desarrollos Tecnológicos de Linden Labs, dijo en su momento:

El metaverso no puede triunfar mientras sea una sola compañía la que controla el grid.

Microsoft, por ejemplo, tiene una visión completamente diferente: un metaverso centrado sobre todo en usos empresariales, un sitio «al que vas a hacer cosas específicas», no uno «en el que te quedas». Por supuesto, siendo una compañía con una gran experiencia en realidad aumentada con su HoloLens.  Sabiendo esto, Microsoft se ha encontrado ya con más de setenta trabajadores del proyecto HoloLens que han abandonado la compañía, cuarenta de los cuales lo han hecho para unirse a Meta.

Una visión similar es la que tiene Apple, que aparentemente tiene ya muy avanzada la presentación de sus dispositivos relacionados con la realidad virtual y aumentada: no pretende crear un metaverso como un destino, sino una plataforma en la que otros desarrolladores puedan ofertar sus propuestas de valor. En ese sentido, el dispositivo no se plantea como algo que vayas a llevar mucho tiempo. Por el contrario, se plantea como un lugar al que acudir puntualmente para algunas cosas: sea un juego, un contenido o una experiencia comunicativa.

La visión de Apple busca gestionar de manera razonable el concepto de inmersión, sin pretender producir un sitio al que la gente «escapa».  Meta, por su parte, pretende lo opuesto, generar un mundo digital en el que se generan más ingresos cuanto más tiempo pasan. Si alguien no ve el problema que supone que una compañía con nombre de droga gestione un desarrollo así, es que no ha entendido nada.

¿Qué consideraciones éticas conlleva el metaverso?

Lo fundamental en un desarrollo presuntamente inmersivo es cómo gestionar las consideraciones éticas que, de manera indudable, va a generar. Y cuando llegamos a ese punto, tengo absolutamente claro qué persona y qué compañía jamás podrían llegar a plantear bien una tarea así.

Enrique Dans
Este artículo de The Conversation puede ser compartido bajo la licencia CC BY 3.0

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