El abandono escolar preocupa en todo el mundo. Técnicamente, es un modo de medir la situación educativa de una nación utilizado en toda la Unión Europea (UE) a partir de la Conferencia de Lisboa del año 2000. Es el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que han alcanzado como máximo la educación secundaria inferior (obligatoria) y no continúan estudiando o formándose a fin de alcanzar el nivel que para el siglo XXI se ha definido como deseable: la educación secundaria superior (postobligatoria).

En España, se ha medido tradicionalmente el “fracaso escolar”, es decir, el número de alumnos que no consiguen alcanzar los niveles exigidos en la educación secundaria obligatoria. En el resto de Europa se prefiere medir el éxito educativo, considerado como la tasa de acceso a la educación secundaria superior. Conviene tener presente también los datos del fracaso escolar si queremos tomar medidas eficaces.

En nuestro país, a principios de los noventa, el abandono era de 40% y desde mediados de esa década nos hemos estancado alrededor de 30% y 31%, sin que las sucesivas reformas educativas hayan servido para reducir esa cifra, que está escandalosamente lejos del 10% marcado por la UE.

El hecho de que haya comunidades como el País Vasco o Asturias (16%), Valencia (37%) y Baleares (40%) muestra que el problema puede tratarse con mayor o menor eficacia. Estudiar e ir a la escuela no es un deseo natural—como jugar, estar con los amigos o dedicarse a las aficiones personales—, por lo tanto hay que averiguar las causas de ese comportamiento contracorriente, para extenderlo a toda la población joven. Así pues, la pregunta esencial es: ¿Por qué continúa sus estudios un adolescente? Las respuestas más frecuentes son las que siguen:

  1. Le gusta estudiar;
  2. No le gusta estudiar, pero ve que es la única posibilidad de tener un trabajo decente o de alcanzar un estatus social aceptable;
  3. No le gusta estudiar, no le preocupa todavía el futuro, pero lo hace por presión familiar o del entorno social más próximo;
  4. No le gusta estudiar, no le preocupa todavía el futuro, no tiene presión familiar, pero le parece la mejor manera de pasar el tiempo, y
  5. No le gusta estudiar, quiere trabajar, pero no encuentra un trabajo y vuelve a los estudios.
Le gusta estudiar

Esta es la motivación principal, lo que quiere decir que una parte importante de los que abandonan los estudios —con o sin fracaso— es porque no les gusta estudiar o no les gusta la escuela. En investigaciones se muestra que esta desafección escolar tiene motivos variados: unos atribuibles al niño, otros al medio ambiente social y económico en que vive, otros al familiar y otros al específicamente escolar. Las estadísticas internacionales hablan de que la escuela resulta unfriendly al menos para 20% de los alumnos (ocde, 2002). Es importante tener en cuenta que el proceso de abandono —de desenganche, de décrochage— es lento y sigue rutas previsibles (Mena, Fernández Enguita y Rivière, 2010). Howard Gardner en La mente no escolarizada explica que una gran parte del material curricular es considerado por los alumnos como algo ajeno o absurdo.

Creo que todo niño disfruta aprendiendo y sintiendo que progresa, y por eso los docentes tenemos que esforzarnos en que todos los niños tengan la experiencia del “éxito merecido”, incluso los más torpes, porque es tan satisfactoria que querrán volver a sentirla. Me gustaría que todos los interesados por la educación leyeran el delicioso libro de Daniel Pennac Mal de escuela, donde cuenta cómo un profesor le salvó de abandonar sus estudios precisamente porque fue el primero en decirle a él —un reputado zopenco— que había algo que hacía bien. En este aspecto concreto, la solución depende del sistema educativo y de nosotros, los profesores.

Ve que es la única posibilidad de tener un trabajo decente

Durante muchos años se pensó que la educación abría las puertas al ascenso social y a una mejor calidad de trabajo. La insoportable tasa de paro juvenil ha desvanecido esta creencia y el escepticismo presiona a la baja sobre el interés por la escuela. Además, una parte del alumnado no ve en la enseñanza obligatoria ninguna relación con la vida real y laboral. Una mayor diversificación de los itinerarios y una oferta más amplia y atractiva de la formación profesional es la medida que se ha revelado más eficaz para resolver esta situación. En este punto, el protagonismo debe tenerlo el sistema educativo.

La presión familiar y social

En una palabra, la influencia del entorno impulsa a los adolescentes a seguir sus estudios. La falta de presión familiar es una de las causas más claras del abandono escolar. El dato que se correlaciona más estrechamente con el abandono es el nivel de estudios de los padres. Tenemos ejemplos como el de los hijos de inmigrantes orientales en Estados Unidos, cuyo éxito educativo depende de la presión de los padres. Los estilos negligente y permisivo de crianza favorecen el abandono. Al evaluar los programas Head Start de apoyo a los niños en situación de riesgo se comprobó que eran más eficaces los que iban dirigidos a la escuela y a la familia, que los que sólo iban dirigidos a la escuela. Los estudios de sociología educativa dan cada vez más importancia al entorno social y cultural en que se mueven los niños. Resolver este problema es trabajo de muchos agentes sociales, desde la familia hasta los organismos de bienestar social, desde las empresas hasta las ONG.

Siguen estudiando por inercia

No les interesa, no estudian, pero se inscriben. Aunque disminuyen en las estadísticas las cifras de abandono escolar, manifiestan un “abandono mental” que en España alarga desmesuradamente el tiempo de duración de las carreras y el abandono universitario, provocando también un descenso de la calidad educativa, aunque a nivel superior. Una cultura de la exigencia y de la calidad en todos los niveles educativos reduciría este despilfarro de posibilidades.

No encuentra un trabajo y vuelve a los estudios

La crisis económica ha provocado la vuelta a las aulas de muchos alumnos que abandonaron los estudios para trabajar. Las condiciones laborales y el fácil acceso al mercado de trabajo estimulan el abandono de los estudios o de la formación. Así ha ocurrido en zonas turísticas de España o de alto nivel de empleo no cualificado. Una legislación laboral más preocupada por la educación podría disminuir este factor.

Una propuesta integradora

Todos los datos reflejan que el fracaso escolar tiene muchas causas y que en su solución intervienen varios agentes sociales. En primer lugar, mejoran la gestión de administración pública. La tasa de abandono escolar no se correlaciona directamente con la inversión en educación sino a partir de un cierto nivel. Como indica Julio Carabaña, a partir de ese umbral hay un rendimiento decreciente de las inversiones. Es importante cambiar la organización de los centros, hacer más flexibles los programas, preparar al profesorado —no sólo para hacer progresar a los mejores sino también a los malos estudiantes—, ofertar mejores programas de formación profesional y favorecer la comunicación con las familias.

Es importante también ayudar directamente a las familias y a las zonas educativamente deprimidas, de lo que deben ocuparse las instituciones de bienestar social y la administración educativa al organizar equipos de mediadores entre la escuela y la familia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado acerca del alto número de niños y adolescentes que pueden padecer trastornos psiquiátricos diagnosticables y no diagnosticados.

Por ejemplo, en Ontario (Canadá) se ha comprobado que 18% de los niños entre cuatro y 16 años están en esa situación. Por otra parte, debemos organizar el mercado de trabajo de modo que procure animar a la continuación de los estudios, incluso con distintos tipos de contratos a media jornada, o de formación en puestos de trabajo.

Para educar a un niño, hace fa lta la tribu entera

De la evaluación que ha hecho Catherine Blaya de los programas contra el abandono escolar puestos en marcha en varios países, se desprende una clara conclusión: “Deben ser multidimensionales, integrando el aprendizaje y la adquisición de habilidades sociales e incluyendo la participación activa y positiva de la familia y la comunidad. Los programas más eficaces son los que proponen una intervención precoz, un seguimiento individualizado y la construcción de una relación positiva con los adultos”.

Las intervenciones deben ser duraderas y objeto de las evaluaciones que serán el motor de la motivación (Blaya, 2010). En el estudio que sobre este tema realizó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se señalaron siete grandes líneas de actuación:

1) La necesidad de una detección temprana;
2) La formación de un frente de apoyo amplio;
3) Una eficiente coordinación de esfuerzos, que presupone una definición clara de responsabilidades;
4) La integración de enfoques y la evaluación de políticas;
5) La participación activa de profesores y directores de centros escolares;
6) La atención a las necesidades individuales de los alumnos, y
7) La convicción de que el coste de las iniciativas para prevenir o superar el fracaso escolar evita costes mayores (OCDE, 1996).

¿Quién pone y cómo se ponen en práctica esas recomendaciones? Michael Fullan, experto en reformas educativas, advierte que no se mejora la educación por decreto y que la pregunta importante es: ¿Quién debe iniciar el cambio educativo? Docentes, padres y administraciones públicas pueden hacerlo, pero creo que en este momento los planes contra el abandono escolar deben ser organizados por los municipios. Por eso, con mi equipo de trabajo he elaborado una propuesta metodológica, una “hoja de ruta” para los municipios que estén dispuestos a enfrentarse al problema, a pesar de que en España carecen de competencias educativas (Marina, 2010).

Antes he mencionado la importancia del entorno en la inducción del fracaso escolar. Cualquier intervención que lo mejore desde el punto de vista educativo puede tener una eficacia extraordinaria. Como escribe Michael Fullan: “En cuanto la gente se haya dado cuenta del potencial que tiene el contexto para cambiar y empiece a dirigir sus esfuerzos a su transformación, se podrán conseguir avances asombrosos”. Eso nos llama a todos a la acción, porque “modificar el contexto no depende de los demás. Todos nosotros podemos, hasta cierto punto, cambiar el contexto inmediato y así iniciaremos el camino hacia la transformación”. Hace ya muchos años, dos criminólogos, James O. Wilson y George Kelling, elaboraron la “teoría de las ventanas rotas”. Afirmaban que cuando en un edificio no se reparaba una ventana rota, la gente pensaba que ese edificio no le importaba a nadie y al poco tiempo se rompían todas las ventanas. El cuidado de las cosas pequeñas, del ambiente, de las relaciones, el sentimiento de los bienes comunes —incluida la educación de los niños y jóvenes— puede producir efectos extraordinariamente beneficiosos (Fullan, 2002).


En España, se ha medido tradicionalmente el “fracaso escolar”, es decir, el número de alumnos que no consiguen alcanzar  los niveles exigidos en la educación secundaria.


Por eso insisto en el municipio como agente educativo, ya que su contacto con el ciudadano le permite activar e integrar muchas energías e iniciativas. En www.creacionsocial.es estamos publicando información sobre los programas que se están implantando en diversas ciudades de todo el mundo, por ejemplo: el movimientos de “desarrollo positivo de los jóvenes”, o de las “asset-building communities ”, comunidades que construyen recursos.

Autores muy relevantes de la psicología actual, como Lerner o Damon, nos proponen diversos modos de crear ciudades educativas, siendo muy útil el enfoque de Damon, director del Centro de la Adolescencia de la Universidad de Stanford, que se conoce como “youth charter”, carta de los jóvenes. En este método la comunidad educativa se reúne para afrontar problemas educativos con los jóvenes y pone a trabajar a todos los agentes sociales, con un ánimo optimista y utilizando todos los conocimientos que se disponen para resolver problemas y mejorar oportunidades.

La ciudad de Nueva York logró atajar el fracaso escolar en la década pasada, reuniendo a expertos de todos los campos para crear nuevas escuelas y currículos educativos, y su éxito fue indudable: en los barrios más afectados sólo entre 20% y 30% de los alumnos logran terminar los estudios y en cinco años, en esos mismos barrios, concluyen entre 70% y 80% de los alumnos. La importancia de las ciudades como agentes educativos se ha plasmado en numerosas iniciativas, como las “Ciudades Educadoras”, “Ciudades Amigas de la Infancia” (patrocinadas por UNICEF), “Ciudades Creativas” y “Ciudades Preventivas”, que pueden ser también “preventivas del fracaso escolar” (Goldsmith, 2010).

El metaanálisis de los programas comunitarios para jóvenes ha mostrado que las ciudades deben proporcionar:

1) Seguridad física y psicológica y prácticas educativas que aumenten las buenas interacciones entre los grupos;
2) Normas y expectativas claras;
3) Relaciones de apoyo y buena comunicación;
4) Oportunidades para integrarse en grupos y participar en actividades comunitarias;
5) Empoderar a los jóvenes, proporcionarles vías para que ejerzan su autonomía; y
6) Integración de escuela, familia y comunidad.

CONCLUSIONES

Tengo la convicción de que disponemos de los conocimientos necesarios para resolver en un plazo máximo de cinco años el abandono escolar, reduciéndolo a las cifras indicadas por la Unión Europea; creo que se trata de programas baratos y que, por lo tanto, no podemos apelar a dificultades económicas para no implantarlos. Lo que prolonga el problema del abandono escolar es la falta de determinación política y colaboración ciudadana. No echemos toda la culpa a los políticos. La sociedad española es inerte y quejica en temas educativos. Como indican las encuestas sobre las preocupaciones de los españoles, la educación interesa y preocupa muy poco.

BIBLIOGRAFÍA

Blaya, C., Décrochages scolaires. L’école en difficulté, De Boeck, Bruselas. 2010.

Bronfenbrenner, U., The ecology of human development. Harvard University Press. Cambridge, Massachusetts. 1979.

Catalano, R.F., Toumbourou, J.W., Positive Youth Development, The Encyclopedia of Positive Psychology, Wiley-Blackwell, Chichester, 2009.

Damon, W., The Youth Charter. How Communities Can Work Together to Raise Standards for all Our Children, The Free Press, Nueva York, 1997.

Eccles, J., Appleton, J. (eds.), Community Programs to Promote Youth Development. National Academy Press, Washington d.c., 2002.

Fullan, M., Las fuerzas del cambio. Explorando las profundidades de la reforma educativa, Akal, Madrid, 2002.

Gil Clary, E. y Rhodes, J.E. Mobilizing Adults for Positive Youth Development. Strategies for Closing the Gap between Beliefs and Behaviors, Springer, Nueva York. 2006.

Goldsmith, S., The Power of Social Innovation, Jossey Bass, San Francisco, 2010.

Hawkins, J.D., Catalano, R.F. y Arthur, M.W., Promoting science-based prevention in communities. Addictive Behaviors, 27, pp. 951-976, 2002.

Kovner Kline, K. (ed.), Authoritative Communities. The Scientific Case for Nurturing the Whole Child, Springer, Nueva York, 2008.

Marchini, M. y Yaría, J.A., Tratado de Drogodependencias y Ciudades preventivas, Gabas, Buenos Aires, 2005.

Marina, J.A., Las culturas fracasadas, Anagrama, Barcelona, 2010.

Marina, J.A., “Desde los municipios: La ciudad, un eficaz agente educativo contra el fracaso escolar”, en vvaa: En busca del éxito educativo: Realidades y soluciones, Fundación Antena 3, Madrid, 2010.

Mena, L., Fernández Enguita, M., Rivière, J., “Desenganchados de la educación: procesos, experiencias, motivaciones y estrategias del abandono y del fracaso escolar”, Revista de educación, número extraordinario 2010, Ministerio de Educación, Madrid, 2010.

OCDE, Overcoming Failure at School, OCDE, París, 1996. OCDE, Understanding the Brain, OCDE, París, 2002. adide.org/revista

José Antonio Marina Torres
Filósofo, ensayista y pedagogo español. Miembro de la Asociación de Inspectores de Educación de España (ADIDE).

EL FACTOR DE LOS PADRES EN EL RENDIMIENTO ESCOLAR

Artículo anterior

EL LIBRO DE LOS SERES NO IMAGINARIOS (MINIBICHARIO)

Siguiente artículo

Más en Archivo AZ

También te puede interesar