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LENGUAS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

Programa Sectorial De Educación 2013-2018 Portada De La Revista Educación y Cultura AZ #79

En el mundo se hablan unas 7 mil lenguas, según el Atlas de las lenguas en peligro de la UNESCO aproximadamente 3 mil idiomas estarían en riesgo de desaparecer en las próximas décadas. 4% de las lenguas del mundo son habladas por 96% de los habitantes del planeta y, por el contrario, 96% de los idiomas del mundo son hablados sólo por 4% de la población mundial. Más de 200 idiomas sólo tienen 10 hablantes. Se estima que la mitad de las lenguas del mundo carecen de escritura. Según el lingüista francés Claude Hagège, 25 lenguas desaparecen todos los años; del mismo modo, más de 3 mil carecen de escritura. Con la globalización y el desarrollo de Internet, las lenguas más usadas son el inglés, el chino y el español. Se da la circunstancia de que la gente se comunica cada vez más pero simultáneamente se hablan menos idiomas. Una lengua que no está presente en Internet esta prácticamente muerta. Su desaparición es una pérdida irreparable de la historia, la cultura y los conocimientos ancestrales de un pueblo o grupo étnico.

La mitad de las lenguas del mundo se habla en ocho países: Papúa Nueva Guinea con casi 900 lenguas, Indonesia con casi 740, Nigeria con 515, India con 400, México con 364 variantes lingüísticas (68 lenguas y sus variedades dialectales), Camerún y Australia con más de 260 y Brasil con 234. El caso de Brasil es alarmante: en el siglo XIX se hablaban aproximadamente mil lenguas; un siglo y medio después apenas existen 200, siendo el tikuna la más hablada, con 30 mil hablantes. El xipaya o el apiaká sólo tienen uno o dos hablantes. La situación de las lenguas aborígenes australianas es aún peor: unas 30 lenguas tienen un solo hablante y con su muerte se perderán miles de años de una cultura (idioma, ritos, canciones, música, leyendas, etcétera). Las más habladas son: el chino mandarín, con más de mil 150 millones de hablantes en un país de mil 360 millones, donde existen otras lenguas como el cantonés y el wu —que son considerados dialectos del chino mandarín, aunque son mutuamente ininteligibles—; el es- pañol, con más de 520 millones de hablantes en 23 países, siendo México el país con mayor número de hablantes, con 117 millones; la lengua inglesa, hablada por más de 440 millones de hablantes nativos, es oficial en 43 países siendo Estados Unidos el de más hablantes; como segunda lengua lo hablan más de 900 millones de personas y se ha convertido en la lengua franca internacional. Le sigue el hindi, con 400 millones entre hablantes nativos y los que lo utilizan como segunda lengua; le siguen el ruso, el árabe y el portugués, con más de 240 millones de hablantes, cada uno.

En el lado contrario tenemos miles de lenguas que están en riesgo de desaparecer. La lingüista Colette Grinevald estima que a finales de este siglo se extinguirán la mitad de las lenguas actuales, llegando incluso a 90% en el caso de las lenguas aborígenes australianas. En África, de las casi 2 mil lenguas habladas, 75% están en peligro de desaparecer. Las causas principales son guerras o invasiones (a principios del siglo XX, el imperio alemán acabó con 70% de la etnia herero y 50% de la namaque en Namibia), desastres naturales (terremotos, tsunamis, etcétera), factores socioculturales y aislamiento. El tsunami de 2004 en el Océano Índico provocó que pequeños grupos étnicos de las islas Andamán prácticamente se extinguieran. La mayoría de las lenguas andamanesas, todas ellas aisladas, son habladas por un número exiguo de personas, siendo las más practicadas el jarawa, con 200 hablantes y el onge con 90. En 2009 falleció el último hablante de kora y en 2010 murió el último hablante de bo.

Otra consideración a tener en cuenta es el prestigio cultural de las grandes lenguas en diferentes países. Muchas familias indígenas hablan la lengua de prestigio, ya sea el español o inglés, en detrimento de la autóctona; la estigmatización a la que son sometidos por hablar un idioma diferente les lleva a abandonar su lengua nativa de forma voluntaria.

El factor económico y laboral son también muy importantes, los padres intentan que los hijos aprendan la lengua de referencia, la de la élite, la administrativa, la comercial, la de los medios de comunicación, creen que tendrán más posibilidades en el futuro hablando español, inglés, chino o portugués que una lengua indígena, lo que finalmente lleva a la extinción de ese idioma al no transmitirse de generación en generación.

En el siglo XIX surgió la idea de crear un lenguaje universal y aparecieron lenguas como el volapuk o el esperanto, idioma artificial de más éxito, inventado por el doctor polaco Zamenhof, basado en las lenguas latinas, eslavas y germánicas. Aún hoy lo siguen hablando un número importante de personas. Ya en el siglo XX surgieron otras lenguas artificiales como el novial, el ido, el neo y el interlingua, lengua creada por Gode, también de gran éxito.

En el siglo XIX surgió la idea de crear un lenguaje universal y aparecieron lenguas como el volapuk o el esperanto, idioma artificial de más éxito.

Se han dado casos de lenguas muertas, como el hebreo, que dejó de hablarse en el siglo IV d.C. (aunque seguía utilizándose en la liturgia) y fue revitalizada en el siglo XIX convirtiéndose en lengua oficial de Israel.

Hay lenguas muertas que siguen utilizándose para la liturgia religiosa, como el latín en la Iglesia católica, el copto en la cristiana copta de Egipto, el ge’ez en la copta etíope o el sánscrito, lengua sagrada de los hindúes. El manx, lengua celta hablada en la isla de Man (territorio dependiente de la corona británica pero con autogobierno propio), extinguida tras la muerte de su último hablante en 1976, está viviendo un resurgimiento; un caso similar sería el córnico también lengua celta hablada en el suroeste de Gran Bretaña en la región de Cornualles, que se extinguió en el siglo XVIII pero que se revitalizó en el XX y unas 2 mil personas lo hablan en la actualidad.

Otro ejemplo de éxito es el finés o finlandés, que llegó a estar amenazado por la pujanza del sueco (lengua oficial junto al finés en Finlandia), dejándola arrinconada hasta finales del siglo XIX, cuando obtuvo la oficialidad; en la actualidad, más de 90% de la población habla finés y sólo 6% habla sueco.

La protección de una lengua puede salvarla de la extinción; un ejemplo de ello es el záparo, lengua amazónica de Ecuador. El záparo llegó a contar con 20 mil hablantes en el siglo XIX; en la actualidad tan sólo tiene cinco. Recientemente, la cultura zápara y su idioma han sido declara- dos patrimonios inmateriales de la humanidad con el fin de salvar la lengua de una muerte segura. Otro ejemplo similar sería el de la cultura garífuna, pueblo fruto del mestizaje de pueblos cari bes y africanos que habita en Honduras, Guatemala, Belice y Nicaragua, también declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad; con ello se ha conseguido que la lengua garífuna y su cultura estén protegidas. En España, la fala extremeña —dialecto con vocabulario galaicoportugués y asturleonés— es reconocida como un bien cultural en Extremadura; el aranés, dialecto occitano, es lengua oficial en el Valle de Arán en Cataluña. El irlandés o gaélico, a pesar de ser lengua oficial en Irlanda junto al inglés, está amenazada: sólo 5% de los irlandeses lo tiene como lengua materna.

Las grandes lenguas están absorbiendo a las pequeñas: el ruso, por ejemplo, sigue siendo lengua franca en los países de la extinta Unión Soviética; de hecho, en regiones de diversidad lingüística (como en el Cáucaso), muchas de las lenguas están en riesgo de ser absorbidas por la hegemonía del ruso. En 1992 murió el último hablante ubijé o ubyk (en el siglo XIX los ubijos se desplazaron de Rusia a Turquía); esta lengua caucásica fue absorbida por el turco. En la región siberiana existe la misma situación de hegemonía del ruso: el oroch, udeje, tofa, orok, chulym e itelmeno tienen menos de 100 hablantes, el kerek sólo tiene uno.

En China el caso es similar, puesto que la hegemonía del chino está provocando la extinción de el anung, hablado por 3 mil personas o el she, usado por menos de mil personas. En la isla de Taiwán el chino está absorbiendo todas las lenguas autóctonas como el kavalan, babuza o saaroa, todas en riesgo de extinción; en 2010 falleció el último hablante de la lengua pazeh. La lengua ainu en Japón sólo es hablada por 15 personas, pues la mayoría de los ainus hablan japonés. En Alaska, el aleutiano (con 60 ha- blantes) corre riesgo de extinguirse; en 2008 murió el último hablante de eyak, mientras que el idioma kokuyón es hablado por menos de 50 personas, que paulatinamente sustituyen la lengua autóctona por el inglés. Otro idioma que ha sucumbido al inglés es el hawaiano, que sólo es hablado por 15 mil personas, de las cuales 2 mil la tienen como lengua materna. En Kenia, el omotik y el dahalo están en peligro de extinción por el empuje del swahili; el kudu y el ziriya en Nigeria están en peligro de desaparición por la hegemonía de la lengua hausa.

En Europa hay 128 lenguas en desaparición, como el livonio, lengua fino-báltica de Letonia, cuyo último hablante falleció en 2013; el vepsio, de la familia ugrofinesa y practicado en Rusia, con 5 mil hablantes o el ingrio, lengua también ugrofinesa de Rusia, con apenas 300 hablantes, que sin medios de salvaguarda y protección podrían extinguirse en poco tiempo. En Polonia, el casubio, lengua eslava emparentada con el polaco, es hablado por sólo 3 mil personas de un total de 100 mil; la gente más joven no la habla, por lo que corre el riesgo de desaparecer en poco tiempo. El bajo sorabo, lengua eslava hablada en Alemania, también está en peligro de extinción. En 2012 falleció el último hablante de cromarty, dialecto escocés conocido como “lengua de los pescadores”. Otras lenguas, a pesar de tener muchos hablantes, como el bretón (400 mil) o el provenzal (500 mil) en Francia, corren serio riesgo de extinción por sólo hablarla la población mayor y no tener reconocimiento oficial.

Entre 1910 y 1970, un total de 100 mil niños aborígenes fueron apartados de sus padres para vivir en casas de colonos blancos con el fin de adaptarse a la nueva cultura y renunciar a la suya.

En México, 46 lenguas están catalogadas como vulnerables, de las cuales 35 están seriamente amenazadas y 21 corren el riesgo de desaparecer en poco tiempo: el chinanteco, el zapoteco, el papabuco, el ayapaneco y el mixteco tienen menos de 10 hablantes entre la población anciana; el lacandón y el seri tienen menos de 800 hablantes. Todas estas lenguas están al borde de la extinción. En Costa Rica, la lengua boruka es hablada por tres ancianos, sin transmisión oral a otras generaciones; la lengua xinca en Guatemala es hablada por 200 personas; el idioma añú en Venezuela sólo es hablado por 25 personas; en Colombia el carabayo sólo cuenta con 150 hablantes; el tinigua está prácticamente extinguido, con 2 hablantes; en Perú destacan el taushiro, con sólo cinco hablantes o el kauki con 10 hablantes; el leko es hablado en Bolivia únicamente por 20 personas; el yagán es hablado por una sola persona en la isla de Navarino en Chile.

Sólo las grandes lenguas amerindias tienen asegurado el futuro por su gran vitalidad: el quechua con 8 millones de hablantes, el guaraní con 7 millones (más de 90% de la población paraguaya lo habla), el nahua con 1 millón o las lenguas mayas con 6 millones en sus variantes lingüísticas yucateco, quiché, mamé, cachiquel, etcétera.

La discriminación lingüística, étnica, política o cultural ha estado siempre muy presente. Véase el ejemplo de los aborígenes australianos, a quienes se les prohibía el uso de su lengua tan- to en la escuela como en el ámbito público; de hecho, entre 1910 y 1970, un total de 100 mil niños aborígenes fueron apartados de sus padres para vivir en casas de colonos blancos con el fin de adaptarse a la nueva cultura y renunciar a la suya. Estos niños fueron conocidos entre los australianos como “la generación perdida”. El número de lenguas existentes antes de la colonización europea era de 250, reduciéndose a 20 en la actualidad.

Siguiendo las palabras del antiguo director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, la desaparición de una lengua conduce a la des- aparición de varias formas de patrimonio cultural inmaterial y, en particular, del legado invaluable de las tradiciones y expresiones orales de la comunidad que la habla, que incluye poemas, proverbios y leyendas, adivinanzas y canciones. Asimismo, la pérdida de los idiomas indígenas va también en detrimento de la biodiversidad, además de los conocimientos tradicionales sobre la naturaleza y el universo.

BIBLIOGRAFÍA

Del Moral, Rafael (2002), Diccionario de las lenguas del mundo, Madrid, Espasa Calpe.

Moseley, Christopher (2010), Atlas de lenguas del mundo en peligro, París, UNESCO. Promotora española de lingüística, http://www.proel.org.

Miguel Ángel Galván Pilo
Escritor, experto en patrimonio histórico, antropología y turismo; especialista en gestión documental de museos por la Universidad de Alcalá.

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