SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LA MODERNIDAD
Las implicaciones de la modernidad en las innovaciones y cambios de las culturas a partir de la hegemonía de países dominantes han intentado disminuir las diferencias entre las culturas mediante la homogenización en las formas de ser. En Occidente, el efecto de la tensión entre la cultura dominante y las culturas autóctonas comprende valores que sustentan una sexualidad represiva y sexista. La transformación del trabajo creativo en uno alienado, cosificado y fragmentado reduce a los trabaja- dores a la condición de instrumentos laborales, dando pie a la incompatibilidad de la actividad sexual con la dedicación al trabajo y a las distinciones entre las actividades del género en el hogar y en el ámbito laboral. Cultura y trabajo —realidades en las que continuamente interactúa el ser humano— crean un universo de valores que contribuye a la construcción social de la sexualidad y del género, formando y estructurando los pensamientos y sentimientos sexuales de las personas, las interacciones entre mujeres y hombres, con las mujeres y con los hombres.
La educación formal de la sexualidad en México se encuentra ligada a la salud reproductiva. En estos servicios se mantiene al erotismo subordinado a la reproducción y se le ubica dentro del binomio salud-enfermedad. Esta dimensión le imprime un carácter médico curativo y correctivo, y preventivo en el mejor de los casos, con lo cual se pondera lo problemático y conflictivo (embarazos no deseados, abusos, cáncer, sida…) por encima de la realización personal, del encuentro amoroso y de la dimensión placentera que está en la esencia de la sexualidad humana.
Persisten problemas sociales serios ligados a la pobreza, así como el carácter oscuro y opresivo que rodea a la sexualidad y al erotismo, en el cual las luchas entre críticos y reaccionarios no pueden dar un salto cualitativo a un terreno de tolerancia y libertad.
La educación sexual formal tiene que ponerse a tono con las necesidades de la vida actual. Tal como afirma Joseph Campbell (1988), muchos de los guiones morales y religiosos pertenecen a otra edad, a otra gente; hay una gran carencia de modelos éticos a seguir.
La política educativa de las universidades respecto a la educación de la sexualidad y el género se caracteriza por tener poca influencia en la formación de los estudiantes en el currículum. Al analizar la carrera de Psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), oficialmente no existen materias de sexualidad y género. Los temas se imparten en materias que se llaman Motivación I y II, y talleres intersemestrales. La Universidad de las Américas, campus Puebla (UDLA), después de realizar un estudio de mercado, encontró que no era necesaria la materia de educación sexual y la eliminó del programa. La Universidad Iberoamericana Puebla (UIA) tiene materias de sexualidad y género, pero son supervisadas y asesoradas por los religiosos. La Universidad Pedagógica Nacional (UPN) no tiene ninguna materia de sexualidad y género.