Trataremos de aproximarnos al constructo de pedagogía por proyectos mediante una serie de conceptos.
En primer lugar acudimos al diccionario. El término “proyecto” proviene del latín proiectu y se define como “el conjunto de las actividades que desarrolla
una persona o una entidad para alcanzar un objetivo”.
Cuando nos hicieron el examen de ingreso a la maestría en Educación Básica, uno de los tópicos tratados fue el de la Gestión de Proyectos. En el campo administrativo, esta disciplina se encarga de la planificación, seguimiento y control de las actividades y de los recursos humanos y materiales, para cumplir con los objetivos del proyecto.
El logro de esos objetivos “está sujeto a tres restricciones: Tiempo, presupuesto, y alcance”.
Ya en el campo educativo, con estos acervos y ligados a la línea de la escuela activa y el “aprender haciendo” (learning by doing) de Dewey y de la metodología por proyectos de Kilpatrick, tenemos que, por ejemplo, en los talleres de las secundarias técnicas (electricidad, máquinas y herramienta, carpintería, entre otros) se adoptó el trabajo por proyectos.
Los alumnos hacían el diseño del producto a realizar (un buró, un librero, etcétera), investigaban los costos de los materiales para hacer el presupuesto y establecían los tiempos para el acabado.
Desde un punto de vista técnico, que prestigiaba la capacitación para una posterior vinculación con el sector industrial, esta forma de trabajo era y sigue siendo funcional.
El asunto es que la llamada metodología por proyectos intenta pasar de ser un fin, para coNvertirse en un medio. Perrenoud apunta que “la metodología de proyecto es la espina dorsal de una pedagogía del proyecto como manera común de construcción de los saberes en la clase”.
Siendo tan acertada la metáfora de “espina dorsal”, ya se nos marca que la pedagogía por proyectos tiene mayores alcances que construir un buró o terminar una obra “x”.
Citando a la pedagoga francesa Jossete Joli- bert, Buitrago, Torres y Hernández dicen que:
“la pedagogía de proyectos constituye una estrategia formativa que permite romper con el modelo de la escuela tradicional y con los roles de maestros y alumnos, e instaurar una apuesta democrática y un proceso pedagógico en el que todos participan”.
el término “proyecto” proviene del latín proiectu y se define como “el conjunto de las actividades que desarrolla una persona o una entidad para alcanzar un objetivo”.
Esta es una visión que trasciende, ya que bajo este crisol, no basta el enunciado “¡trabajamos por proyectos!”, sino que se crea una relación diferente entre docente y alumnos, la palabra “democracia”, implica acotar eso de que el profesor sea el que dictamina vertical y autoritariamente qué, cómo y cuándo se aprende.
La doctora Gloria Rincón escribe también al respecto: “La pedagogía por proyectos es una propuesta para el desarrollo de currículos escolares orientada hacia la integración de los aprendizajes, tanto los que se están abordando en el momento, como los ya trabajados, para otorgar significado y valor a las actividades, para ayudar a comprender que un saber se construye estableciendo puentes entre los conceptos estudiados, así como también volviendo a tomar y formular lo que se dice sobre lo que se estudia, es decir, acudiendo a nuevos tipos de texto”.
Gloria Rincón también expresa que la esencia de los proyectos en este sentido es la vida cooperativa:
“La vida cooperativa de la clase —y de la escuela— permite que allí se vivan estrategias de aprendizaje autónomo al mismo tiempo que hace parte de un grupo, que se enfrente una dinámica de interacción estimulante, exigente, valorizante, contradictoria, conflictiva que exige asumir responsabilidades”.
La doctora colombiana interviene nuevamente: hacer realidad una clase cooperativa es fincar una práctica en la que el grupo “promueve la organización, el acuerdo y el cumplimiento de reglas de convivencia, de funcionamiento, de administración de espacios, tiempos y hasta del presupuesto, coherentemente con el sentido que se le otorgue a la vida escolar”.
Las fases que se contemplan para un proyecto —que se le atribuyen al bosquejo de Jolibert— son en general las que se marca en la
el asunto es que la llamada metodología por proyectos intenta pasar de ser un fin, para convertirse en un medio
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- Planificación;
- Realización de las tareas necesarias;
- Socialización del proyecto,
- y Evaluación.
A estas fases son metodológicas, pero esencial- mente son momentos en que se pone a juicio la afiliación a la pedagogía por proyectos, ya que la planificación tiene que ser colectiva y la evaluación que se va desarrollando al mismo tiempo que se lleva a cabo el proyecto no puede ser ajena a la reflexión y acción de los estudiantes.
Puede ser muy estremecedor catalogar, como de La cueva, muchas de nuestras propuestas como “falsos proyectos”, pero será necesario insistir para instalar esta perspectiva en la cultura escolar, ya que muchas veces se declara que el alumno es la “razón de ser”, pero no se impulsan acciones para alentar en él la autonomía, la toma de decisiones, la reflexión sobre los valores. Ante ese panorama, la pedagogía por proyectos todavía puede aportarnos mucho en el entramado de la transformación docente.
Bibliografía:
Luz Buitrago Gómez et al. (2009), “La secuencia didáctica en los proyectos de aula”, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana.
Aurora Lacueva (1998), “La enseñanza por proyectos: ¿mito o reto?”, Revista Iberoamericana de Educación, no. 16.
Philippe Perrenoud, “Aprender en la escuela a través de proyectos: ¿por qué?, ¿cómo?”, http://www. unige.ch/fapse/SSE/teachers/perrenoud/php_ main/php_2000/2000_26.html.
Gloria Rincón Bonilla (2003), “Algunos malentendidos en el trabajo por proyectos”, Bogotá, Universidad del Valle, http://ayura.udea. edu.co/dependencias/NodoAntioquia/Mesas/3. ponencia%20de%20gloria%20rincon.pdf.