Cuando tomadores de decisiones y líderes de opinión examinan el tema del ingreso a la educación superior, generalmente se refieren a la poca cobertura que se tiene en este nivel educativo; sin embargo, hay asuntos referentes a la elección de carrera que pueden resultar determinantes para la permanencia y culminación de los estudios profesionales. Si bien es cierto que la cobertura en educación superior en nuestro país apenas llega a poco más de 30%, también lo es que la información con la que cuentan los aspirantes en muchos casos es limitada y es ahí donde se abre un área de oportunidad para crear una gran diferencia entre los jóvenes: a través de información sistematizada, sencilla y orientada para que conozcan todas las opciones que tienen a su alcance.
El interés y la vocación en la elección de carrera
Hace unos meses decidí visitar una preparatoria pública del Estado de México con la intención de conocer la percepción que los estudiantes tenían sobre sus intereses profesionales, laborales y las oportunidades u obstáculos que percibían, así como de la oferta pública de educación superior que tenían a su alcance. La impresión con la que me quedé es que con frecuencia en sus centros de estudio los orientadores vocacionales les hablan sobre la importancia de elegir una carrera, pero no intervienen para motivarlos e informarlos al respecto.
Las carencias económicas y la falta de oportunidades en el mercado laboral debilitan la ilusión de estudiar lo que desean, o alguna opción que les permitirá lograr un desarrollo personal y profesional. La realidad los excede. A muy pocos les causa ilusión pensar en el futuro, a la mayoría les angustia e incomoda.
Comenzamos a hablar de cosas poco científicas pero determinantes, de no perder de vista lo que deseaban lograr desde niños, de sus sueños, de la construcción de su propio futuro. Con el paso de los minutos la conversación creció y hablamos de realidades, de los números del mercado laboral, pero también de la información a su alcance, que no sabían que existía y por fin saltamos a las posibilidades reales.
Los rechazados
Un aspecto que resaltó en la conversación fue sobre los alumnos rechazados. “¿Para qué hacer el esfuerzo si ya sé que no voy a entrar?” “La selección es injusta”, comentaron. De acuerdo con el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES), sólo en 2012 alrededor de 200 mil aspirantes fueron rechazados en su intento de ingresar a las principales universidades de la zona metropolitana del Distrito Federal: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).1
Sin embargo, cuando se realiza un sondeo entre los estudiantes, pocos son los que tienen conocimiento sobre una oferta más amplia y diversa de educación pública superior, como la que ofrecen las universidades tecnológicas, universidades politécnicas, institutos tecnológicos e incluso la educación a distancia. Tienen creencias sobre dichas instituciones que difícilmente cambian con el tiempo; la más arraigada es que sólo ofertan títulos de Técnico Superior Universitario (TSU),2 situación que fue cierta al principio, pero que ahora se ha ampliado hasta ofrecer licenciaturas e ingenierías.
Las carencias económicas y la falta de oportunidades en el mercado laboral debilitan la ilusión de estudiar lo que desean, o alguna opción que les permitirá lograr un desarrollo personal y profesional. La realidad los excede.
La mayoría de los mexicanos conocemos y reconocemos el trabajo de investigación, formación y difusión que se realiza en las universidades federales (UAM, UNAM, IPN); no obstante, somos pocos quienes hemos indagado en los logros y el trabajo de las instituciones de educación superior públicas más próximas a nosotros, así como en su oferta de formación a distancia, la cual sigue creciendo. Sin que dicha oferta cumpla las expectativas de todos, acercarse e informarse puede ser un paso importante dentro del proceso de definición de los estudios superiores.
La información sobre el sistema
Hasta hace unos años, de las más de 2 mil 442 instituciones de educación superior, cuatro eran las universidades públicas federales y concentraban casi 14% de la matrícula total, 55 universidades públicas estatales con alrededor de 30% de estudiantes, 239 institutos tecnológicos con 12,5%, casi 70 universidades tecnológicas, más de 32 universidades politécnicas, más de mil 407 universidades privadas, con sólo alrededor de 33% de la matrícula total, además de los centros públicos de investigación (27), escuelas normales públicas (268), escuelas normales particulares (192) y universidades públicas interculturales que concentraban un menor número de estudiantes.3
Esta oferta educativa comprende un buen número de carreras, sin embargo, casi 55% de los egresados de todas las instituciones de educación superior se concentran en disciplinas como administración, contaduría y finanzas, derecho, formación docente en educación, ingeniería mecánica, industrial y textil, mecánica, ingeniería en computación, medicina, terapia y optometría, pedagogía y ciencias de la educación. Sólo 6% estudia carreras relativas a ingeniería extractiva, metalúrgica y forestal, ciencias de la salud, ecología, ingeniería ambiental, física, astronomía o bioquímica.
En México, las personas graduadas de administración o derecho son solicitadas en mayor medida, pero en empleos que no les requieren conocimientos especializados o multitareas, lo que viene acompañado con un perfil de trabajos temporales y bajos salarios, comparados con aquellas carreras en las que la demanda de mano de obra es poca, pero cuya especialización es requerida en sectores en los que el conocimiento se remunera competitivamente.
Para emplearse en este país y lograr remuneraciones competitivas, en la mayoría de los casos es necesario una preparación más estricta, incluso considerar la posibilidad de migrar dentro del país o ser emprendedor. Es decir, valorar, mientras se cursan los estudios superiores, si se optará por estudiar para emplearse o si se utilizarán los conocimientos adquiridos para iniciar proyectos que ofrezcan productos o servicios de valor agregado.
En México, las personas graduadas de administración o derecho son solicitadas en mayor medida, pero en empleos que no les requieren conocimientos especializados o multitareas.
¿Qué debo considerar en mi decisión?
En este sentido, cuando hablo con jóvenes sobre su decisión de continuar estudiando en un nivel superior insisto en que si bien dicha decisión puede estar determinada por factores diversos, es necesario hacer un alto para valorar las opciones mediante la definición de lo que realmente desean para su futuro.
De tal forma, les recomiendo considerar e interrogarse sobre los siguientes aspectos:
- ¿Para qué quiero estudiar y con qué herramientas quiero contar? (Intereses, deseos y objetivos.)
- ¿Cuáles son mis habilidades?
- Actividades que puedo o que voy a desarrollar.
- Opciones en el mercado laboral (próximas y en otras regiones).
- Oferta educativa cercana, en estados vecinos y en línea.
Asimismo, sobre la oferta de educación privada, hago especial énfasis en que pongan atención en lo siguiente:
- REVOE. Que tenga clave REVOE, es decir que esté reconocida/aprobada por la SEP: no querrás terminar de estudiar/pagar y que tus estudios no sean válidos.
- Plan de estudios. Comparado con otras escuelas, ¿qué te ofrece?
- Oportunidades de trabajo en tus primeros años de egresado.
- ¿TSU o licenciatura? Establecer las diferencias en tiempo y preparación.
La SEP hizo un esfuerzo a través de la página www.decidetucarrera.sep.gob.mx para ofrecer a los alumnos de educación media superior mayor información sobre las opciones públicas que tienen. Dadas las condiciones que existen —tanto del lado de la oferta como de la demanda de educación superior, este portal resulta insuficiente. Autoridades educativas, profesores de bachillerato y orientadores vocacionales deben conocer las necesidades de los jóvenes para que las opciones de educación superior, de por sí ya limitadas, no lo estén más por falta de información rica, precisa y contundente entre los jóvenes de bachillerato.
A modo de conclusión, habría que reflexionar cómo en estos tiempos, en los que la información sobrepasa la capacidad para sistematizarla y priorizarla, iniciativas como la de la SEP no son suficientes para que los jóvenes definan su vocación y contemplen más opciones de estudios dentro de la oferta existente. Es deber de quienes trabajan en el sistema educativo informar más y mejor. Las investigaciones tradicionales en las que se envía a los alumnos a pedir folletos a las universidades de su interés no son suficientes. El uso de Internet abre entonces múltiples oportunidades para que los alumnos no sólo vayan y pidan folletos al final del bachillerato o vocacional, sino para que a lo largo de su trayectoria preparatoria indaguen sobre las habilidades y conocimientos que requieren o podrían requerir en el desarrollo de ámbitos cuyas profesiones quizá aún no existen, así como sus aplicaciones. Lograr dicha identificación les permitirá poner más atención en las materias que podrían contribuir en mayor medida a que se perfilen hacia una institución de educación superior.
Al contar con más y mejor información sobre las habilidades y conocimientos requeridos en las carreras de su preferencia, las aplicaciones de los mismos, las oportunidades y posibles salidas en el mercado laboral, contribuimos a empoderar a los jóvenes y motivar a aquellos que han logrado ingresar y permanecer en la educación media superior a trabajar en busca de la definición y cumplimiento de sus metas de desarrollo personal y profesional.
No permitamos que los deseos de crecimiento y movilidad social de nuestros jóvenes se queden atrapados antes de concluir la educación media superior.
NOTAS:
1 – Con información de Educación a Debate: http://educacionadebate.org/38467/deja-calderon-mas-excluidos-universitarios-que-en-2006 (consultado el 20 de noviembre de 2012).
2 – El técnico superior universitario requiere estudios de nivel bachillerato (medio superior), forma profesionistas técnicamente capacitados para el trabajo en una disciplina específica, sus programas de estudio son de dos años, su carácter es terminal y no alcanza el nivel de licenciatura. Nivel 5B en la clasificación de la UNESCO.
3 – Información obtenida del formato 911 de la SEP.