Actualmente, muchas de las formas de diversión de los jóvenes están asociadas a prácticas de riesgo, como la velocidad, los arrancones, el sexo sin protección y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas. En el tema del consumo de bebidas con alcohol, como en el consumo cualquier producto, es muy importante diferenciar y entender que consumo y abuso no son sinónimos
La mayoría de las personas atribuye al consumo moderado de alcohol una función positiva en la integración social, pero también reconocen los peligros que encierra la ingesta excesiva. Quienes beben alcohol con moderación disfrutan de la bebida y de sus propiedades, son individuos con menor nivel de estrés y evitan que el alcohol altere su vida.
Uno de los retos en la educación referente al consumo de alcohol en México es modificar los patrones o formas de consumo que predominan en nuestra cultura, como creer que disfrutar y beber son sinónimos de embriaguez o borrachera
Para que los jóvenes desarrollen actitudes y hábitos saludables hacia el consumo de alcohol, es necesario proporcionarles información objetiva y adecuada para motivar su reflexión. Además, es conveniente dar a conocer los efectos que tiene el alcohol en el organismo y en la conducta.
Frecuentemente son poco claros los límites entre moderación y exceso en el beber; esta frontera de- pende de la cantidad de alcohol y de factores individuales y del medio.
Un bebedor responsable decide cuándo, cuánto y cómo tomar, sin depender de la bebida para estar relajado o disfrutar la compañía de los demás. El consumo responsable no causa problemas al bebedor, ni a los otros.
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A diferencia de lo que ocurre en las culturas española o francesa, donde se bebe cotidianamente, pero con mesura ⎯—los hombres ingieren hasta dos copas al día y las mujeres una—, en México se bebe ocasionalmente y en grandes cantidades. Para fomentar el consumo moderado, se han esbozado límites por semana: hasta 12 tragos en los hombres y nueve en las mujeres. En cada ocasión de consumo, se recomienda que los varones no ingieran más de tres copas y las mujeres no pasen de dos, bebiendo hasta un trago por hora, tiempo que necesita el hígado para metabolizar la bebida.
Por la natural diferencia en la constitución física, los hombres y las mujeres no pueden consumir las mismas cantidades de alcohol. Aunado a esta distinción, otras circunstancias inciden en los posibles efectos del alcohol en el organismo: peso, edad, haber ingerido alimentos, descanso, estado de ánimo, etcétera.
Para determinar cuánto bebemos en México, empecemos por identificar los tipos de bebida por su graduación de alcohol.
La concentración o grados de alcohol en una bebida indican la relación que hay entre el volumen total del líquido y la cantidad de alcohol etílico que contiene. Esta concentración puede ser de 2% a 55%. Varios sistemas de medición determinan esta densidad, pero el de uso mundial es la escala Gay Lussac (GL), donde cada grado de alcohol puro corresponde a 1% del volumen de la bebida que lo contiene: si la etiqueta de una botella de tequila indica 38 °GL, contiene 38% de alcohol puro; el volumen restante es agua y otras sustancias.
De acuerdo con el Reglamento de Control Sanitario de Productos y Servicios, por su contenido graduación de alcohol, una bebida puede clasificarse como baja, media o alta.
Así, se considera como excesivo que un hombre beba más de 36 gramos de alcohol (tres tragos) y una mujer más de 24 gramos (dos tragos) al día. Sin embargo, la cantidad por sí sola no es suficiente para hablar de exceso, es necesario evaluar cuánto afecta el alcohol a la persona.
FACTORES, EFECTOS Y PREMISAS
Es necesario conocer el metabolismo humano para comprender los efectos del consumo de alcohol en el organismo.
El alcohol llega al sistema nervioso central, incluido el cerebro, a través de la sangre. Es importante destacar que el alcohol no se digiere como los alimentos, éste se absorbe: entra por la boca, pasa al esófago y llega al estómago, donde cerca del 20% es absorbido; el 80% restante es absorbido en el intestino delgado.
Los siguientes factores determinan la velocidad con la que el alcohol pasa del estómago al intestino por absorción para mezclarse con la corriente sanguínea y producir sus efectos:
- Tipo de bebida y cantidad de alcohol que contenga;
- Rapidez con la que se beba;
- Presencia de alimentos en el estómago, especialmente grasa y proteínas;
- Peso corporal y sexo;
- Estado anímico, emocional y de salud general;
- Experiencia previa en el consumo.
Algunas premisas para tomar en cuenta: a mayor concentración de alcohol, más rápida absorción; a mayor celeridad al beber, más prontitud de absorción; la presencia de alimento retrasa la absorción del alcohol; las mujeres, al tener menor cantidad de agua en el cuerpo y menor presencia de la enzima alcohol deshidrogenada en el hígado, tienden a elevar la concentración de alcohol en la sangre mas rápido que los hombres; el cansancio, la depresión y la mala salud potencian la concentración de alcohol en la sangre.
Entonces, cuanto más alcohol se bebe en menos tiempo, mayor es su concentración en la sangre: el cerebro recibe más alcohol y se experimentan cambios que pueden conducir a la embriaguez o la intoxicación. El nivel o concentración de alcohol en la sangre se mide por la cantidad de gramos de etanol contenida por decilitro de sangre.
Una vez absorbido el alcohol, es el hígado el primer órgano al que llega, es por eso que el hígado es el órgano que resulta mas dañado por los abusos en el consumo; además, el hígado es el encargado de comenzar a metabolizar el alcohol, es decir, procesarlo y eliminarlo, actuando como una especie de laboratorio procesador del etanol, donde la enzima deshidrogenada alcohólica convierte el etanol en acetaldehído, que a su vez es transformado en acetato y, finalmente, en dióxido de carbono y agua para, por último, ser eliminado por el organismo.
De la cantidad de alcohol que un individuo ingiere, aproximadamente entre 2% y 10% escapa del metabolismo y es eliminado a través del sudor, el aliento y la orina. La rapidez con la que el alcohol se absorbe afecta la velocidad con la que se produce la desintoxicación. A la inversa, la velocidad con que el alcohol se metaboliza y elimina, da como resultado el tiempo en el que se vuelve a estar sobrio.
Es importante recalcar que nada puede acelerar la velocidad a la cual el alcohol es metabolizado en el hígado.