Educación y Pandemia
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EDUCACIÓN SUPERIOR Y COVID-19

Han ocurrido muchas confusiones e improvisaciones, y los administradores, profesores y estudiantes luchan para implementar aprendizajes en línea de manera amplia y eficaz. La transición a esta modalidad requiere sistemas efectivos de gestión de aprendizaje, instalaciones de videoconferencias y personal académico con experiencia en la educación a distancia.

Por otro lado, Brown y Salmi (2020) reportan que las IES de todo el mundo han suspendido los viajes internacionales y los programas de intercambio, así como muchas actividades de investigación. Asimismo, se discuten las decisiones a tomar para evaluar el aprendizaje, si se posponen o cancelan los exámenes finales, y cómo hacer la selección de los nuevos estudiantes para el siguiente año escolar.

Pero no todas las universidades han aceptado transitar a la educación en línea. En varias facultades de la Universidad de Buenos Aires se ha decidido posponer las clases y reorganizar el calendario académico, bajo el argumento de que sólo los cursos presenciales pueden garantizar la calidad. En otras instituciones, como la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Zimbabwe, las instalaciones fueron cerradas hasta nuevo aviso, y en Malasia, el Ministerio de Educación Superior suspendió la educación en línea junto con las actividades presenciales.

En diversos países, los estudiantes se han movilizado para resistir la transición digital. Por ejemplo, en Túnez, la principal asociación estudiantil llamó a boicotear las plataformas digitales por considerar discriminatoria la medida. Los alumnos de la Universidad de Chile y de la Universidad de San Sebastián (privada), realizaron huelgas en línea. Además, en el Reino Unido, más de 200,000 estudiantes firmaron una petición exigiendo rembolsos de sus pagos de matrícula, señalando que la instrucción por internet no era por lo que habían pagado.

La dimensión de la equidad, subrayan Brown y Salmi (2020), ha sido una de las más sobresalientes en esta emergencia sanitaria mundial. La pandemia ha mostrado, nuevamente, que los estudiantes de los grupos más vulnerables han sido los más afectados. En casos como el de Estados Unidos, una sociedad rica, donde se cerraron las residencias estudiantiles, una gran cantidad de alumnos de familias pobres han tenido enormes dificultades en materia de vivienda y acceso a servicios médicos, así como problemas económicos al incrementarse sus gastos por el inesperado cambio en su situación escolar. En algunos casos, un número considerable de estudiantes de las universidades públicas y de los colegios comunitarios (Community Colleges) enfrentan el riesgo de abandonar sus estudios ante las dificultades económicas.

Asimismo, los alumnos internacionales se ven frente a enormes retos económicos y emocionales, porque, en muchos casos, se encuentran lejos de sus hogares. Con la crisis de las aerolíneas y el cierre de algunas fronteras, su situación se ha agudizado. Sin embargo, Brown y Salmi (2020) destacan que es en los países más pobres donde los estudiantes de los grupos vulnerables tendrán mayores problemas. Muchos de estos jóvenes tienen acceso limitado a internet y baja capacidad de banda ancha, por lo que es muy probable que sus oportunidades de aprendizaje en línea se vean drásticamente limitadas, especialmente en las áreas rurales. No sólo un número importante de estudiantes de bajos ingresos, sino incluso hasta algunos profesores, carecen de computadoras o tabletas.

Las carencias no se reducen únicamente a la brecha digital en los países pobres. Las IES también tendrán problemas para elaborar con rapidez programas de educación a distancia de calidad. Más aún, muchas de esas instituciones carecen de diseñadores instruccionales experimentados, recursos educativos suficientes y una solidez institucional de soporte. La intervención de los gobiernos en apoyo a las universidades, de acuerdo con Brown y Salmi (2020), debería considerar tres tipos de medidas en el ámbito nacional:

1) paquetes de estímulos financieros a los estudiantes con préstamos educativos;

2) flexibilidad en los requisitos de garantía de calidad, y

3) iniciativas de creación de capacidades para facilitar la transición al aprendizaje en línea.

Armando Alcántara Santuario

LA EDUCACIÓN EN LÍNEA. TRANSICIONES Y DISRUPCIONES

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