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La relación entre riesgo y recompensa en el entretenimiento dan forma a nuestras vidas

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Tomar riesgos es parte de la naturaleza humana. Es lo que impulsa a muchas personas, mientras que a otros los detiene dejando pasar oportunidades. Y los riesgos son algo que están presentes en cualquier aspecto de la vida diaria de las personas. A nivel laboral, de inversiones, en el ámbito personal e incluso en la forma de divertirnos.

Todos los días las personas realizan alguna actividad que tiene un riesgo potencial asociado, como apostar en un casino, montarse en una patineta o simplemente cambiar de trabajo. Pero a su vez este riesgo tiene asociado una recompensa potencial que es lo que mueve a las personas a afrontarlos o no.

Pero por qué reaccionamos diferente antes las situaciones de riesgo es algo que se ha estudiado durante mucho tiempo. Lo cierto es que tenemos una sustancia química en nuestros cuerpos, la dopamina, que nos hace sentir bien, que se activa cuando tenemos una recompensa placentera. Así que asumir un riesgo y que este sea positivo provoca en nuestro cerebro una satisfacción tan grande que hace que todo valga la pena.

Asumir riesgos es esencial en el área empresarial. Sobre todo en estos tiempos, en los que la innovación y la creatividad marcan la pauta de todo lo que nos rodea. Hoy en día existe una necesidad muy grande por saber más sobre los clientes o los potenciales usuarios, sobre el mercado en el que actúan las empresas y por controlar las operaciones internas. Obligando a las empresas, grandes o pequeñas, a invertir cada vez más en datos y tecnología de análisis, de forma que puedan mejorar y evolucionar en la toma de decisiones.

Pero si hay algo que ha estado toda la vida estrechamente vinculado con la relación entre riesgo y recompensa es el mundo de las apuestas. Quizás es una de las principales razones por las que se ha convertido hoy en día en una de las industrias más importantes y productivas a nivel económico.

Jugar, en términos muy generales, siempre ha estado vinculado al riesgo. Un partido de fútbol entre amigos puede llevar a una derrota, a una lesión o la recompensa de la victoria o a un reconocimiento por el resultado. Estos riesgos y recompensas son mayores o menos, pueden ocurrir a nivel profesional como en nuestros ratos de ocio. Es por eso que el deporte y todo lo que involucra juegos mueve tantas pasiones.

Estas posibilidades crecen cuando se involucran las apuestas a la ecuación. A pesar de tener mucha información o contar con todas las herramientas necesarias, no hay nada que puede garantizar a alguien una victoria. Bien sea, en los deportes o jugando a la ruleta online, o invirtiendo en la bolsa.

Siempre existe un porcentaje de imprevisibilidad que es lo que atrae a mucha gente. La simple naturaleza de tener alguna recompensa nos afecta a nivel físico y mental y se convierte en algo muy emocionante. Elevando niveles de adrenalina, aumentando nuestra frecuencia cardiaca y creando un pasatiempo en estas formas de entretenimiento.

En los últimos años también se ha estudiado como el recibir algún tipo de recompensa es beneficioso a nivel mental, como un agente que permite eliminar o disminuir los niveles de estrés. Incluso como métodos para incentivar la socialización.

Lo cierto es que al final siempre es importante entender cómo funciona la relación riesgo – recompensa y cómo nos puede afectar en un futuro. En la actualidad hay muchos estudios que lo tratan como una simple relación matemática. Esto puede funcionar muy bien para inversores a la hora de analizar las posibles ganancias de un movimiento financiero en contraposición de las posibles pérdidas.

No siempre es exacto. Y no siempre se tienen en cuenta todos los factores. Si bien es importante tomar riesgos, en cualquier aspecto de la vida, es importante entender que puede existir una recompensa, como puede que no. Podemos perder una apuesta, una inversión, que el trabajo nuevo no sea el deseado o que no caigamos en aquella patineta que queremos aprender a usar.

El cambio es parte diaria de la vida. La lectura que se debe hacer a la hora de tomar riesgos es comprender y aprender de ellos. Encontrar un balance para potenciar las recompensas y entender que no todo riesgo es necesario. Al final es más fácil actuar si se investiga, se usan diferentes estrategias y se analizan los diferentes escenarios. Esto siempre y cuando se entienda que nada garantiza el éxito. Pero fallar también es parte del proceso.

Al final, lo que está claro es que no hay forma de escapar de los riesgos. Lo más importante es cómo nos enfrentamos a ellos. No tomar ningún riesgo, al final no garantiza nada. Cualquier persona es capaz de tomar riesgos, para aprender, descubrir algo nuevo o lograr un sueño. Algunos pueden ser más pequeños que otros, pero todos ofrecen el beneficio de aprender algo. Y eso es lo que ha movido a las personas durante años.

Adolfo Hernández
Administrador de Contenidos de 100articulos.com

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